Las organizaciones necesitan urgentemente incorporar la Inteligencia Artificial. Cada uno de nosotros necesitamos urgentemente incorporar la Inteligencia Artificial a nuestro vivir diario.

La Inteligencia Artificial no es una tecnología más. Su impacto va a ser de la dimensión del de internet y el de la electricidad. En estas dos revoluciones precedentes (electricidad e internet) su fuerza está en el efecto red. Las redes eléctricas impulsaron la segunda revolución industrial, internet la tercera, la Inteligencia Artificial está acelerando el tránsito fronterizo hacia la cuarta.

La Inteligencia Artificial se vuelve exponencial cuando el uso individual se extiende en red, cuando el individuo se une a otras personas y se desarrolla dando lugar al individuo colectivo. En resumen, una vez más la persona hace comunidad y las comunidades hacen a las personas competitivas.

No se trata de tener prisa. Incorporar una tecnología nueva y revolucionaria en un entorno social definido por modelos mentales del pasado puede generar buenas sensaciones, pero no revitaliza.

La Inteligencia Artificial no es una innovación (una tecnología que se introduce en el mercado tomando la forma de un producto o servicio), se trata de una revolución que supone un inicio (Arendt), un antes y un después disruptivo en su naturaleza, aunque sus efectos los sintamos de manera gradual. No hace falta ser rana para despertarse un día en agua hirviendo.

Y algo de esto puede estar pasándonos.

Como señala la economista venezolana Carlota Pérez (Sussex University), este cambio impulsado por la tecnología se desarrolla en un espacio en el que convergen tecnología, economía y el contexto socio político; un espacio dinámico, la trayectoria de un nuevo paradigma que representa la dirección de cambio de una nueva tecnología.

Ninguna evolución se produce de manera aislada, y todas necesitan la aceptación social. Se trata de estar despiertos, de no aislarnos, de no quedarnos atrás.

Hablar de Inteligencia Artificial nos lleva a pensar en California. Allí se encuentran las principales empresas, allí se desarrolla la investigación y el desarrollo. También allí, en California, se está pensando en cómo regular temas tan importantes como el sesgo de los algoritmos, la privacidad de los datos, el uso de la Inteligencia Artificial en el reconocimiento facial,… Lo que se piensa en California influye en el desarrollo e impacto de la IA en el mundo.

¿Y en qué piensan en California cuando piensan en el futuro?

En 2021 se preguntaron acerca del futuro de California, querían prepararse y preparar los líderes del futuro y desarrollar iniciativas y proyectos de desarrollo sostenible. Nació California 100.

Hace ya 20 años, Peter Schwartz (entonces presidente de Business Global Network, ahora vicepresidente Chief Future Officer de Salesforce) nos recomendaba, en una reunión en Bilbao, la mejor manera de empezar a pensar en el futuro: escuchar a los jóvenes y escuchar lo que ellos escuchan, aquello a lo que prestan su atención.

Algo de esto han hecho en California, estado líder en Inteligencia Artificial pero también “asolado por problemas económicos que no tienen solución fácil” (The Economist, 31 de marzo 2024).

Our Dreams, Our California: a Youth Manifesto for the Future es el resultado de un trabajo en el que participaron más de 500 jóvenes.

Una declaración de valores, visiones e ideas que me arriesgo a resumir en tres bloques:

• Nos movilizaremos por una California en la que todos los californianos, incluidos los jóvenes, sean alentados y apoyados activamente para votar y tener influencia en las decisiones políticas en todos los niveles de gobierno.

• Visualizamos una California en la que nos alejamos de una economía y una sociedad basadas en la extracción, la explotación, el castigo y la marginación, y avanzamos hacia un futuro diseñado en torno a la regeneración, la renovación, la restauración y el empoderamiento.

• Soñamos con una California donde cada persona, comunidad y región sea valorada, celebrada, empoderada y honrada.

Los jóvenes de California no temen a la Inteligencia Artificial, tampoco los de Euskadi: es parte de su vida personal, laboral y social.

Tampoco temen al futuro del que van a ser protagonistas. Ni han perdido sus ideales. Lo que no les gusta es la realidad de una sociedad fragmentada y polarizada, en la que el crecimiento económico tiene más valor que el desarrollo humano y social.

Susan Sontag, en su extensa entrevista en la revista Rolling Stone (1979) analiza el efecto de las polarizaciones joven-viejo, hombre-mujer, sano-enfermo..., y de su pernicioso efecto de etiquetado, de limitación, de poner al otro en el punto de mira (Arthur Miller). El futuro es de las sociedades integradas en las que las capacidades se complementan.

Parece más conveniente transformar lo aparentemente opuesto en realidades que se complementan. Es el pensar rápido y lento de Kahneman. La combinación inteligente y dinámica de las distintas personas y grupos sociales.

En este mundo destinado a encontrar la mejor combinación de inteligencias (natural y artificial), un mundo de grandes desafíos que retan a la capacidad humana de innovación, de hacer nuevo lo que hemos desgastado con el tiempo, no podemos olvidar que la creatividad no es individual, es el resultado de la mejor mezcla de modos de pensar, de inteligencias diversas y complementarias (Teresa Amabile).

La Inteligencia Artificial es ineludible, sus efectos positivos innegables pero los riesgos existen. Se trata de identificarlos prevenirlos y evitarlos (Drucker).

La realidad está siendo mediada cuando no fabricada por herramientas de Inteligencia Artificial.

¿Cómo se puede reducir la brecha de conocimiento entre los expertos en IA y los usuarios? ¿Cómo aprovechamos el potencial de la IA al tiempo que garantizamos que no aumentan o crean nuevas desigualdades?, ¿Va a crear nuevas dependencias y relaciones de dominio entre las empresas tecnológicas y de información?, ¿Como prevenir el uso de la IA para la creación de noticias falsas, la manipulación de las redes sociales, la diseminación de información?

Son preguntas que nos advierten de los riesgos de esta nueva revolución: la batalla por la verdad.

“Sin hechos, no se puede tener la verdad. Sin verdad, no puedes tener confianza. Sin confianza, no tenemos realidad compartida ni democracia, y resulta imposible abordar los problemas existenciales de nuestro mundo: el clima, el coronavirus, la batalla por la verdad”. Maria Ressa (Premio Nobel y defensora de la libertad de prensa).

*El autor es miembro de la Fundación Arizmendiarrieta