Situado a poco más de 65 kilómetros de Pamplona se encuentra el monasterio de La Oliva. Un monasterio fundado en el año 1134 por el rey García Ramírez de Navarra, al que también se le conocía como "El Restaurador". Su fundación se inspiró en un deseo de promover la orden cisterciense en la región, conocida por su rigor y austeridad.

Un monasterio con un rico patrimonio histórico, artístico y cultural que se podrá visitar desde el 11 de mayo hasta el 22 de junio. Se podrá visitar todos los sábados durante ese periodo de tiempo. Además, se podrán hacer visitas guiadas a las 10:00 y 12:00 horas de manera gratuita. Eso sí, las plazas son limitadas y se permiten un total de 20 personas por visita para garantizar la seguridad, por lo que en caso de querer aprovechar para visitarlo, es un dato que ha de tenerse en cuenta.

Una oportunidad inmejorable para vivir la experiencia cultural de conocer la historia y los entresijos que se esconden detrás del monasterio de la Oliva. Y es que la riqueza del monasterio no se limita única y exclusivamente al propio edificio. El entorno del monasterio, ubicado cerca del Parque Natural de las Bardenas Reales, añade al monasterio un valor natural extra con el que complementa a la perfección.

Monasterio de La Oliva. Monasterio de La Oliva

Todo sobre el monasterio de La Oliva

El monasterio de La Oliva es, tal y como así lo definen desde la Universidad de Navarra, uno de los más monumentales y mejor conservados del Císter en la Península Ibérica.

Una gran iglesia que, según la describen, tardo románica, un bello claustro gótico radiante y flamígero, su interesantísimo conjunto de dependencias erigidas en torno a 1200 y el palacio abacial barroco. Según señalan, su aspecto actual es fruto de las sucesivas campañas restauradoras impulsadas por las instituciones navarras.

Tras su paso a manos privadas en el proceso desamortizador de 1835, el conjunto monumental quedó abandonado hasta que cincuenta años después fue declarado Monumento Nacional. Entonces se inició una lenta recuperación, acompañada por la reintroducción de la vida monástica en 1927.

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Un destacado ejemplo del estilo románico, con una impresionante fachada y una estructura de pieza maciza. Según detallan los expertos, el monasterio de La Oliva cuenta con un claustro que es un ejemplo excepcional del estilo gótico, lo que refleja la transición y la mezcla de estilos a lo largo de los años.