La propia nomenclatura del Centro de Atención Integral a las Violencias Sexuales de Navarra (CAIVS) se presenta crucial para que nadie se sintiera excluida. Toda mujer, superviviente de violencia sexual –fuera esta presente o pasada–, haya o no presentado denuncia, debía sentir como suyo este espacio protector que abrió sus puertas el pasado 10 de abril y por el que ya han pasado 40 atenciones presenciales y 80 demandantes de información.

En otros lugares han decidido denominar a este recurso como centros de crisis, un nombre con recorrido histórico en la violencia sexual, que data de lugares que había hace décadas, sin recursos específicos y cuyo nombre podría simplificar la cartera de servicios del centro a una mera asistencia a las situaciones de urgencia.

Pero las responsables querían precisamente que no se entendiera solo como un lugar al que acudir por una agresión sexual de hoy, sino también por aquellas de ayer o de hace décadas y que han dejado un trauma de por vida. “Un centro de atención integral a las violencias sexuales encaja más con los procesos que aparecen en una situación de violencia de este tipo y con la atención que a esas mujeres se presta en este centro”, lo bautiza Patricia Abad, directora del Instituto Navarro de Igualdad (INAI-NABI).

Mari Recalde coordina desde este recurso ubicado en la planta baja de un edificio nuevo de Arrosadia, en el número 4 de la calle Xavier Mina, próximo a la UPNA, a un equipo de 18 profesionales que trabaja en distintos turnos. Son tres trabajadoras sociales, seis piscólogas, seis educadoras sociales y dos abogadas. Para la atención 24 horas disponen de una psicóloga y una trabajadora social que cubra todo el horario.

Navarra es una de las comunidades pioneras en la apertura de un centro de este tipo y aún más en el hecho de dotarle de un equipo que posibilita que no cierre nunca y que se pueda atender cualquier requerimiento. “Tendemos a pensar que todas las víctimas necesitan lo mismo, pero no es así. Hay muchas casuísticas y los impactos son muy variables en distintas esferas porque cada proceso es diferente. Se activa según lo que la mujer desea, ella decide cual quiere que sea su proceso”, detalla Abad.

Violencias pasadas y presentes, sin necesidad de denuncia

Recalde, trabajadora social y experta en género y violencias sexuales, engloba en tres grandes grupos las demandas que han tenido hasta ahora: violencias pasadas, denuncias urgentes actuales y mujeres en prostitución. La psicóloga Edurne Urcelay, con experiencia en centro de Urgencias y casas de acogida, confiesa que “no había trabajado hasta ahora violencia sexual en la infancia ocurrida hace años”. Pero analiza que “son mujeres confusas y vulnerables igual que quien la sufre ahora. Presentan perfiles similares entre ellas, con sintomatología de ansiedad, depresión, alteración emocional y del sueño... La idea es a futuro trabajar con ellas en grupo, que la terapia sea colectiva. Puede resultar un buen espacio para hacerlo”.

En ese marco de trabajo, el nuevo recurso ha calado en sus objetivos, pues de otra forma no se entendería que se hayan acercado un número importante de mujeres adultas que sufrieron abusos sexuales en su infancia. La casuística es de lo más diversa. Buscan asesoramiento, conocer si pueden interponer denuncia, si su asunto ha podido prescribir, si pueden recibir atención psicológica. 

LA VIOLENCIA INVISIBILIZADA

“El hecho de que se haya hecho difusión de que en este centro se atiende también a las violencias pasadas sí que puede haber puesto el foco en que siempre es tiempo de atender el impacto de algo que te ha sucedido en violencia sexual aunque sea en el pasado. La violencia tendemos a verla como un hecho concreto y lo principal, aparte de ese hecho concreto, es el impacto que eso deja en la víctima y en su propio entorno y en su vida muchísimos años después. Eso ha dado lugar a que muchas mujeres hayan dado el paso para poder recomponerse aunque quizás no tenga un recorrido jurídico”, detalla Patricia Abad. 

“Tendemos a ver la violencia como un hecho concreto, pero lo principal es el impacto que deja en la víctima”

Patricia Abad - Directora del INAI

La coordinadora del centro añade por su parte que “han sido violencias muy invisibilizadas, ocurridas normalmente en los entornos familiares, y ahora gracias a la sensibilización con este tema han considerado que igual este es el momento de dar ese paso adelante. El trauma ahí lo llevas. Pero ahora es el momento en el que ella se encuentra preparada para trabajar ese trauma, se han sentido identificadas y reconocen este espacio como seguro y confidencial. Al proceder la violencia de la propia familia también se da ese sentimiento como de lealtad hacia la familia, que es además quien más daño te ha hecho”. Y desde el INAI, Abad resuelve con un mensaje de esperanza: “Creo que la mujer que haya sobrevivido a esa violencia puede pensar que no es eso un secreto que tiene que llevarse dentro, sino que le pasa a más gente y la Administración facilita lugares para que puedan ser atendidas. Para mí es bastante reparador creer que es así. Es una reflexión personal que me anima en este trabajo”.

“Este centro trabaja con la mujer, con lo que ella quiere y necesita. El trauma lo lleva adentro”

Mari Recalde - Coordinadora del CAIVS

La referencia que puede constituir un centro como este recién abierto puede contribuir a otras de las encrucijadas con la que se trabaja en la violencia sexual. Una de las metas es tratar de reducir lo máximo posible la cifra negra y oculta de casos existentes. “Es interesante saber el por qué esas mujeres no habían acudido antes a pedir ayuda, saber con qué barreras se encuentran. Es clave que la Administración detecte esas barreras y podamos trabajar en esa violencia naturalizada y asumida”, explica Abad, que recuerda: “Los casos que estamos viendo de violencias pasadas estaban ahí y hasta ahora no se habían visto. Igual que las violencias sexuales dentro de las parejas. Son cuestiones que estaban más normalizadas y a base de poner un recurso más especializado que te hace visibilizar un tipo de violencia más detallado y concreto como la sexual hace que sea una referencia para las mujeres en estas situaciones”.

EXPUESTAS Y MEJOR IDENTIFICADAS

Hasta el centro también han acudido durante estas semanas población joven que ha sufrido agresiones recientes, en espacios de ocio y de fiesta, y también en un contexto en el que ha estado presente la violencia digital a través de redes sociales. Agresiones muy propias de estos tiempos. Recalde afirma que igual que dichas jóvenes “están más expuestas, es verdad hay mucha más sensibilización y ellas son capaces de identificarla cuanto antes, las amigas suponen una importante red de apoyo, se informan y acuden a los servicios”.

La abogada Ana Carmona Juanmartiñena realiza una valoración muy positiva de los días de apertura. Explica que “atendemos un amplio abanico de violencias sexuales” y defiende que su labor es de “acompañamiento y asesoramiento. Se trata de informarles del proceso jurídico en el caso de que quieran interponer denuncia, pero son ellas las que toman la decisión. Aquí no se les juzga. Y siempre van a tener su abogado del Servicio de Atención a la Mujer del Colegio de Abogados”.

Elena Vélez, trabajadora social y con experiencia en los Equipos de Atención Integral a Víctimas de Tafalla y Tudela, asegura que “las distintas casuísticas” a las que se enfrentan hacen necesaria una intervención integral con un enfoque que dependerá de la mirada que desprenda cada víctima. “Vamos a respetar los tiempos de la mujer, ella es el eje y la protagonista del proceso. Hay con quienes tenemos que trabajar desde el pasado por sus violencias cuando eran niñas y lo que haremos será rehacer los itinerarios y trabajar en las consecuencias que han sufrido”.

La educadora social I.Z., antes trabajadora en el centro de urgencias, relata que el objetivo de su trabajo no es otro que “dotar a esas mujeres de herramientas con las que puedan combatir las culpabilidades, esos sentimientos de haberse sentido empequeñecida y que vienen arrastrando desde hace tanto tiempo dentro de una sociedad dominada por el heteropatriarcado. Intentamos que eso se revierta”, comenta. Por última, Kenia Cordero, alumna del Máster de Mujer, Género e Igualdad de la UPNA, realiza sus prácticas en el centro. Pertenece a la plataforma de mujeres contra la violencia sexista y valora que hasta aquí “han acudido mujeres agradecidas de que se abriera este centro porque disponen de la oportunidad de una atención específica y completa”.